Palestra Insular. Por: Manuel Avila.                            La pasión gallística

El pueblo de Los Robles ha sido desde siempre un pueblo de galleros y gallos. Confieso que nunca jugué gallos, pero aprendí viendo a los amigos aficionados a los gallos y algunos familiares que cuidaban, armaban, careaban, tuseaban, entrenaban, criaban y cuidaban gallos y eran jugadores que en las galleras eran diestros en el tema de las apuestas.

En cada esquina de Los Robles se presentaban los topes de gallos sin protectores en las espuelas y en los picos. Cada roblero andaba con su gallo en los brazos o en su bolsa para echarlos al tope. Era tan fácil que un sábado o domingo se armaran los topes de gallos que a veces no daba tiempo de estar en tantas partes a la vez porque desde Punta Brava al Tamoco, Belén, Peñas Blancas o en la Plaza de Los Robles había un encuentro con una rueda para ver al gallo que mandara en cada combate. Se le veía a cada personaje el brillo de sus ojos y la pasión por ver a su ave ganar en el tope que era la etapa inicial de la formación de un gallo y eso era una tradición que aún todavía se ve de vez en cuando en algunas calles robleras.

A lo mejor hay algún pueblo latinoamericano donde la pasión por los gallos supera a este pueblo insular, pero es una especie de herencia ancestral que se ha trasmitido de generación en generación de abuelos a hijos, nietos y familiares en general.

Por eso vimos en el pasado y ahora en el presente como las bolsas rojas y ahora las jaulas en forma de maletas de madera circulan por las calles de Los Robles como instrumento para llevar los gallos a los encuentros gallísticos en las galleras que existen en varios pueblos de la isla. Y es que se encuentran galleros y aficionados a esta actividad milenaria en cada pueblo de Margarita donde existen criadores de gallos de pelea que se ocupan de entrenar, vender y criar animales para el combate gallístico.

En Los Robles conocimos a Luis Mendoza un gallero que vivió en la Calle Bolívar y donde tenía sus ejemplares y en esos espacios vi a Felipe el Enano servir de careador con su estilo inigualable de conocedor del oficio. El tuseo, el corte de crestas, la alimentación y entrenamiento de los gallos iba acompañado de la inyección de multi vitamínicos, una buena alimentación a base de maíz en concha, frutas y preparados variados para mantener fuertes a los gladiadores.

La amistad de Luís Mendoza con Molina Villegas, uno de los militares participantes en el Carupanazo y con los galleros poderosos de Carúpano le dieron prestigio de gran gallero al roblero.

En la Calle Fraternidad el Mocho Boadas, que muchos le decían el Mocho de Morina y luego cuando se separó y se casó con Virgilia la de Bernardo y Carmen Arocha pasó a convertirse en el Mocho de Virgilia tenía en su casa espacios para los gallos que incluían mesones, sillas, pesos, jaulas y un espacio para carear los gallos. Las medicinas, los sacos de maíz en concha, las frutas, las medicinas, pesos y las bolsas para cargar los gallos eran los instrumentos para realizar el trabajo de mantenimiento de los ejemplares. Ahí vi pasar por esos espacios a connotados galleros margariteños entre ellos el Gobernador Morel Rodríguez.

A Chindo Brito Y Jesús Brito le vino la herencia gallística de Papá Tingo y por eso en el Guire en el llamado El Conuco entre matas de mango y de ciruelas donde tenía Jesús Brito la bloquera la afición a los gallos era una pasión que atrapaba a toda esa numerosa familia roblera. Gallos de todas clases formaban la legión de gladiadores de Jesús y Chindo que convirtió la pasión gallística en una herencia milenaria para esta familia roblera. Era un espectáculo ver los careos, los entrenamientos en las cuerdas, el corte de las crestas, el tuseo, la elaboración de las espuelas, las jaulas y todo lo que se movía alrededor de esta afición por los gallos. Con el paso del tiempo ha mermado esa pasión gallística de la herencia ancestral, pero aún cuando los altos costos impiden tener muchos animales, todavía existen grandes cuerdas de gallos en varias familias robleras. De esa familia Frank Luis y Erasmito los hijos de Erasmo Brito y Cruz María heredaron ese amor por los gallos y sabían mucho de lo que aprendieron de sus ancestros porque Frank se ocupó de la cría y especialista en armar gallos para los combates. A Erasmito le correspondió vivir de la elaboración de espuelas de parape y cacho e’ chivo.

En la casa de Antonio Mendoza y Rafael Mendoza la pasión por los gallos era de locura y hasta una gallera estaba ubicada en la casa de Rafael que por años fue la gallera central Los Robles donde se dieron grandes encuentros gallísticos con historia. Por años Antonio y Rafael estuvieron como baluartes galleros de Los Robles y de Margarita.

Esa herencia la tomaron Tobías Mendoza “El Águila Negra” y Efrén que aun cuando Tadeo y Chu Parrilla también formaron parte de ese equipo gallístico fueron los dos primeros los que han seguido la tradición familiar. Antonio Mendoza combinó su trabajo de sastre con la cría de gallos de pelea y Rafael Mendoza que era constructor y albañil se dedicó con su gallera a mantener viva la herencia familiar.

A Tobías, Alí Rosas “Pelo e´ Guama” y Tadeo lo conseguían siempre juntos en las batallas gallísticas de Margarita donde el Águila Negra siempre era protagonista principal en esas actividades. Por años Tobías fue el hombre de confianza de Morel en su rancho de Achípano y a Efrén lo he visto en movimiento por años en esa actividad.

La sapiencia de estos criadores de gallos en el cuido, el entrenamiento y el tratamiento con medicinas lo he visto de cerca en la casa del Tobías Mendoza donde se respira pasión por los gallos en cada minuto y llama poderosamente la atención los trajes negros con sombrero, camisa, pantalón y botas que le dan un carácter mágico al ritual que hace Tobías cada vez que va con su corte de amigos a jugar un galló en cualquier gallera de Margarita, donde su grito de guerra se escucha en el escenario al lanzar su marca de fábrica cuando dice “Aquí llegó el Águila Negra”. Y es que los galleros robleros estuvieron marcados por las canciones y las películas mejicanas donde los gallos ocuparon un espacio importante para los charros y su machismo.

En los predios de Belén vi a Tingo pasar cada día con un gallo en los brazos y esa fue parte de la pasión de su vida porque cuando me tocaba ir a Belén se veían las plumas volando por los aires producto del tuseo de los gallos por parte de Tingo.

Por muchos años los robleros han estado entregados a esa laboriosa tarea de criar y entrenar gallos de pelea y muchas historias están vinculadas a las vivencias de las galleras un espacio donde no solo pelean los gallos, sino los galleros por las apuestas y por la pasión que le imprimen a cada actuación

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